¿Está en quiebra el deporte murciano?

Es habitual en las últimas semanas encontrarnos en la prensa murciana con noticias sobre los problemas económicos de los clubes más representativos de la región, el Real Murcia y el CB Murcia, con jugadores que no cobran, amenazas de huelga, no asistencia a entrenamientos y un largo etcétera de situaciones que recuerdan a épocas pasadas y que creíamos olvidadas.
Ambas instituciones han tenido una trayectoria muy similar desde que las administraciones públicas, en el momento más álgido de la burbuja inmobiliaria, propiciaron la entrada del "ladrillo" en el deporte murciano y dejaron en sus manos, sin ningún tipo de control, el futuro de los dos clubes paladines de nuestra Comunidad.
Si hacemos memoria, tanto a la familia Samper y a su empresa Sports Management & Project, como a la constructora de casas baratas Polaris World, se les cedió la gestión de Real Murcia y CB Murcia respectivamente, sin poner un euro sobre la mesa y favoreciendo convenios urbanísticos que enriquecieron, y de qué manera, a los propietarios de estas dos sociedades. A cambio debían tormar las riendas de los clubes y mejorar sus prestaciones deportivas, inyectando ilusión en sus descontentas aficiones.
Todo esto funcionó en los primeros años, ascensos a Primera en fútbol y a ACB en basket, un estadio nuevo para la ciudad de Murcia, pero de uso exclusivo de una entidad privada un mínimo de 50 años, fichajes de relumbrón en ambos equipos y nuevos abonados, aunque esto último, lamentablemente, sólo ocurrió en el fútbol.
Pero los dirigentes de ambos clubes, una vez conseguidos sus objetivos o pagado los "favores" recibidos, se han largado sin más, primero los pachequeros y más tarde el clan Samper, dejando a las entidades murcianas en la más absoluta de las ruinas económicas y muy tocadas en lo deportivo.
Y a todo esto las administraciones públicas, Ayuntamiento de Murcia, Comunidad y oposición política han obrado con una dejadez impropia de los responsables de la ciudadanía, que deben velar por los derechos de todos y no de unos pocos, aunque éstos sean los poderosos.
Ahora vendrán las penalidades, sobre todo si se producen los descensos que en estos momentos amenazan a los dos equipos, los espectáculos bochornosos de ver posibles encierros, huelgas y directivos pidiendo dinero público, aunque lo peor es que no podemos pedir explicaciones a los responsables porque se han marchado o les han dejado marcharse, que es peor.
Pero ya se sabe que las ratas son las primeras en abandonar el barco cuando éste se hunde.